La tercera entrega de la saga El Padrino, dirigida por Francis Ford Coppola, es quizá la más polémica y discutida, pero también contiene momentos memorables que sirven como cierre trágico y humano a la vida de Michael Corleone. A continuación, un repaso de sus escenas más sobresalientes.
Mejores escenas
La película abre con un paralelismo al inicio de la primera parte: Michael busca una “absolución” por sus pecados, ahora no ante un padrino en una boda, sino frente a la Iglesia. Esta escena inicial en la Catedral de St. Patrick en Nueva York refleja el tono de redención que domina la película. Michael busca legitimidad para la familia Corleone, intentando desvincular sus negocios de la mafia y acercarse al Vaticano mediante donaciones e inversiones. Esta introducción marca la tensión entre lo espiritual y lo criminal.
- Otra escena significativa es la celebración en Sicilia, donde vemos a Michael ya como un hombre envejecido, cansado y enfermo. Aquí se introducen personajes clave como su sobrino Vincent Mancini (Andy García), hijo ilegítimo de Sonny Corleone. El contraste entre la solemnidad siciliana y las intrigas familiares ofrece un eco de las primeras películas. Además, la escena donde Vincent defiende a Mary (Sofía Coppola) y enfrenta violentamente a Joey Zasa marca su consolidación como heredero del legado criminal.
- La negociación con el Vaticano es uno de los momentos más densos. Michael busca un acuerdo que le permita “limpiar” sus inversiones a través de la compra de acciones en el conglomerado Inmobiliari. Esta escena, cargada de simbolismo y política, muestra cómo la corrupción alcanza incluso las más altas esferas eclesiásticas. Es un recordatorio de que el crimen y el poder van de la mano, aunque Michael intente desprenderse de uno para quedarse con el otro.
- El atentado en la fiesta de beneficencia, donde un helicóptero abre fuego sobre los mafiosos reunidos, es quizá la escena más espectacular de la película. La violencia desatada recuerda que, por mucho que Michael intente retirarse, la sombra del crimen siempre lo alcanza. La desesperación de los asistentes y la brutalidad del ataque son un recordatorio de que el poder tiene un precio ineludible.
- Uno de los momentos más emotivos ocurre cuando Michael conversa con su ex esposa Kay en Sicilia. Allí, en una escena íntima y melancólica, admite el peso de sus crímenes y su arrepentimiento. Esta confesión, más que cualquier otro gesto, nos muestra a un Michael humano, quebrado, que busca recuperar algo de su alma perdida.
- El clímax se desarrolla durante la ópera en Palermo, donde Anthony, el hijo de Michael, debuta como cantante. Paralelamente, los enemigos de la familia planean asesinatos coordinados. Esta estructura, donde la música de Cavalleria Rusticana acompaña los asesinatos, recuerda al montaje paralelo de la primera película con el bautizo. La tensión alcanza su punto máximo cuando un sicario dispara contra Michael, pero la bala termina matando a Mary, su hija. La expresión de Michael, gritando de dolor en silencio absoluto, es quizá la escena más recordada del filme.
Finalmente, el epílogo muestra a un Michael anciano y solitario en Sicilia, sentado frente a su casa. Sin familia, sin poder y sin amor, muere en soledad. Esta imagen cierra el arco del personaje con una fuerza poética: el rey sin reino, el hombre que lo tuvo todo y lo perdió todo.
Calificación: ⭐⭐⭐⭐⭐