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50 segundos: El caso Báez Sosa y la violencia que sacudió a toda Argentina

Un análisis profundo del crimen, las responsabilidades familiares, los motivos detrás del ataque y las consecuencias judiciales que marcaron un antes y un después.

“50 segundos: El caso Fernando Báez Sosa”, es uno de los más impactantes y polémicos de la Argentina moderna. Fernando, un estudiante de derecho de 18 años, fue brutalmente golpeado por un grupo de jóvenes rugbistas frente a un boliche en Villa Gesell, en enero de 2020. Lo que comenzó como una pelea menor dentro de la discoteca Le Brique acabó en un asesinato colectivo que duró menos de un minuto: durante aproximadamente 50 segundos, los agresores lo apalearon con patadas y puñetazos, muchas veces claramente coordinados.  

Sentencia

En el juicio celebrado en febrero de 2023 ante el Tribunal Criminal N° 1 de Dolores, ocho jóvenes fueron declarados culpables. Cinco de ellos —Máximo Thomsen, Ciro Pertossi, Luciano Pertossi, Matías Benicelli y Enzo Comelli— fueron condenados a prisión perpetua por homicidio “doblemente agravado” por premeditación y alevosía. Otros tres —Lucas Pertossi, Blas Cinalli y Ayrton Viollaz— recibieron 15 años de cárcel como partícipes secundarios.  

Para los padres de los agresores, el caso representa un terremoto emocional, social y mediático. Según se indica en la docuserie, muchos de ellos descubrieron lo ocurrido por los medios, no directamente por sus hijos, lo que revela una profunda desconexión entre sus familias y las acciones violentas. Algunos de los jóvenes acusados ya tenían antecedentes por peleas, lo que sugiere que en sus entornos familiares no habían detectado o detenido conductas escalatorias. En la narrativa del documental, también aparecen testimonios de los padres de los condenados defendiendo la inocencia de sus hijos, argumentando que no eran asesinos sino “chicos con impulsos” o “muchachos que no querían matar”, lo que plantea un debate sobre responsabilidad, culpa colectiva y hasta qué punto los progenitores deben responder por los crímenes de sus hijos.

Las implicaciones para los padres van más allá del dolor familiar: la exposición mediática es enorme. El juicio —con más de 130 testigos— fue seguido con atención nacional, y los padres de ambos bandos se convirtieron en figuras públicas por momentos, tanto para la condena social como para la compasión de los espectadores.  Además, la docuserie se presenta como un espejo para la sociedad: muestra cómo la violencia en jóvenes, el alcohol, la cultura nocturna, la masculinidad agresiva y la falta de frenos institucionales pueden generar tragedias desgarradoras.  

En cuanto a los motivos, aunque en el veredicto no se calificó formalmente como un crimen de odio, la familia de Fernando y algunos activistas lo interpretan como un ataque con tintes racistas. Durante la paliza se habrían proferido insultos raciales, y el padre de Fernando, Silvino Báez, ha señalado que pudo haber un sentido de superioridad por parte de los agresores (“tal vez se sintieron superiores porque eran rubios y Fernando tenía piel más oscura”).  

Las consecuencias para los procesados son severas: los cinco condenados de forma más grave están en prisión, enfrentando una condena máxima, y los otros tres también pasan muchos años privados de libertad. Este hecho se convierte también en un punto de inflexión simbólico: no solo para la familia de Fernando, que exige justicia (“queremos perpetua para todos”, dijeron sus padres tras la sentencia).  Sino para la sociedad argentina, que ha visto en este caso una reflexión sobre la cultura de la violencia juvenil, la impunidad latente entre jóvenes de clase deportiva o con privilegios, y la reacción del sistema judicial y mediático.  

También hay una dimensión emocional central para los padres de la víctima: para Graciela Sosa, madre de Fernando, el documental es un espacio para recordar no solo el crimen, sino su dolor, su indignación y la sensación de que muchas preguntas siguen sin respuesta.  En sus declaraciones, denuncia que el ataque fue planificado (“esperaron a que se vaya la Policía, lo emboscaron por tres ángulos”), y lamenta que no se permitió a los amigos de Fernando defenderlo.  

Finalmente, la docuserie no pretende solo narrar los hechos, sino invitar a una reflexión profunda: ¿qué falla en los jóvenes para que un conflicto de boliche escale tan brutalmente? ¿Cuál es la responsabilidad social, familiar e institucional en prevenir este tipo de tragedias? ¿Qué hace falta para que la justicia sea más justa y no solo “contemplativa”? En suma, el caso Báez Sosa es mucho más que un crimen: es un llamado de atención sobre la violencia, la cultura del privilegio y las heridas que persisten en la memoria colectiva.

Calificación: ⭐⭐⭐⭐⭐

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Vincent

Web Developer. – Front-End Developer. Senior Designer en Transmediatics | Editor y Columnista de Tecnología en Macquero. | Consultor editorial en tendencias de entretenimiento digital: series y películas por suscripción.

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