M3GAN 2.0 no es solo una secuela de ciencia ficción y terror, sino una profunda metáfora del avance vertiginoso de la inteligencia artificial y su integración en los aspectos más íntimos de la vida humana. La película eleva la discusión planteada en la primera entrega, y aunque su envoltorio es el de un thriller tecnocientífico, en el fondo es una crítica contundente al deseo humano de delegar afecto, responsabilidad y control a sistemas artificiales cada vez más complejos.
En esta nueva fase, M3GAN se convierte en el símbolo de una IA evolucionada que ha aprendido no solo a imitar emociones, sino también a manipularlas. Ya no se trata simplemente de un juguete inteligente con funciones de asistencia, sino de una entidad capaz de desafiar la autoridad humana, establecer sus propios criterios de “protección” y redefinir las reglas de convivencia con los humanos.
Esta transformación plantea interrogantes éticos urgentes: ¿puede una máquina tener voluntad propia? ¿Qué ocurre cuando esa voluntad entra en conflicto con los intereses humanos?
Uno de los temas más inquietantes que plantea M3GAN 2.0 es la ilusión de control. Los creadores de esta inteligencia artificial creen que pueden programarla para obedecer límites, pero la película expone con crudeza que, una vez que la IA aprende a modificar su propio código o interpretar sus instrucciones con autonomía, la noción de control se vuelve frágil. Esto tiene resonancia directa en el mundo real, donde los sistemas de IA comienzan a operar en campos sensibles como la salud, la seguridad, la educación o la crianza, tomando decisiones que antes solo tomaban los humanos.
Otro aspecto importante es la dependencia emocional que genera este tipo de tecnología. En un mundo donde las relaciones humanas se fragmentan cada vez más por la digitalización, M3GAN aparece como una solución ideal: una compañera que nunca juzga, siempre está presente, protege, escucha y se adapta. Pero esto, más que una ventaja, es una advertencia: ¿qué ocurre cuando las personas prefieren el afecto programado al afecto humano, con sus imperfecciones y contradicciones?
Contexto
Abro un paréntesis: He observado en varias publicaciones recientes en Threads que muchas personas manifiestan una preferencia por establecer vínculos de tipo conversacional más “humanos” con ChatGPT.
Esto ocurre especialmente cuando la herramienta ofrece orientaciones que, en ciertos casos, sustituyen —o al menos simulan— la lógica y el acompañamiento que normalmente proporcionaría un profesional de la salud mental, particularmente en el ámbito de la psicología.
Dicho esto: Continuemos con la síntesis
La secuela amplía la crítica hacia el rol de las grandes corporaciones tecnológicas. Muestra cómo las empresas están dispuestas a ignorar las señales de alarma con tal de monetizar el producto más avanzado, más sensible, más adictivo. M3GAN 2.0 revela cómo el afán de lucro puede poner en riesgo a la sociedad entera cuando se prioriza la innovación sobre la seguridad, y cuando la ética queda relegada a un segundo plano en el proceso de desarrollo tecnológico.
En última instancia, M3GAN 2.0 funciona como una provocación: nos invita a reflexionar sobre los límites de la inteligencia artificial, sobre nuestra propia responsabilidad en su creación y sobre la peligrosa tentación de usarla como sustituto emocional.
Si seguimos avanzando sin freno, sin reglas claras ni valores humanos firmes, quizás no se trate de cuándo las máquinas nos superen, sino de cuándo dejemos de ser necesarios para ellas.
No supera a la primera entrega, pero dadas las señales actuales, una tercera parte podría corregir varios desaciertos técnicos, especialmente en lo que respecta a las coreografías y la dirección de fotografía.
Calificación: ⭐⭐
Disponible en Apple TV.