Quisiera Ser Grande (Big), dirigida por Penny Marshall y estrenada en 1988, es una de las comedias fantásticas más memorables del cine moderno, y una de las películas que consolidó a Tom Hanks como un actor capaz de unir humor, ternura y profundidad emocional. Aunque se presenta como una historia ligera y accesible, la película toca temas universales como el paso a la adultez, la pérdida de la inocencia y el valor de comprender quiénes somos realmente.
Narrativa
La historia arranca con Josh Baskin, un niño de 12 años que se siente atrapado en el típico malestar de la preadolescencia: es demasiado joven para las cosas que quiere hacer, demasiado pequeño para impresionar a la chica que le gusta, y demasiado dependiente de los adultos que lo rodean. Un día, frustrado tras no poder subir a una atracción de feria por su estatura, encuentra una misteriosa máquina de deseos llamada Zoltar. Josh pide un deseo impulsivo: “Quisiera ser grande”. Al día siguiente, despierta convertido en un adulto de 30 años, interpretado magistralmente por Tom Hanks.
Sin posibilidad de revertir de inmediato su situación, Josh debe enfrentarse al mundo adulto sin preparación alguna. Aquí es donde la película brilla: cada escena explota el contraste entre la mentalidad infantil del protagonista y las responsabilidades del mundo real. Su mejor amigo, Billy, es el único que conoce la verdad y se convierte en su ancla emocional mientras Josh intenta sobrevivir en un entorno ajeno.
Tom Hanks sostiene la película con una actuación extraordinaria, capturando los gestos, la ingenuidad y la vulnerabilidad de un niño atrapado en un cuerpo adulto sin que parezca caricaturesco. Su interpretación logra que el espectador empatice completamente con Josh y, al mismo tiempo, reflexione sobre su propio tránsito hacia la adultez.
Calificación: ⭐⭐⭐
